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Doctrina

 

 

 

La Verdades Fundamentales De La Fe CristianaDeclaradas En La Santa Palabra De Dios.



 

 



Biblia es nuestra toda suficiente regla de fé y práctica. De modo que  esta declaración de Verdades Fundamentales tiene el propósito de formar una base para la confraternidad entre nosotros, es decir que: Todos hablemos una misma cosa. (1 Cor. 1:10; Hechos 2:24).

 

 

La fraseología humana usada en estas declaraciones no es, ni pretendemos que sea inspirada, pero las verdades aquí sentadas se considerarán como esenciales para un ministerio evangélico completo. No declaramos que contenga toda la verdad hallada en la Biblia, pero sí  que cubre nuestras necesidades presente respecto a estos hechos fundamentales.

 

 

 

1) La Inspiración de las Escrituras:

 

 

La Biblia es la Palabra escrita, inspirada por Dios; la revelación de Dios al hombre; la infalible regla de fé y conducta, superior a la conciencia y a la razón del hombre, pero no contraria a la razón. ( 2 Tim. 3:16, 17;  1Pedro 2:2).

 

 

2) La Adorable Deidad:  (Un sólo Dios en Tres Divinas Personas)

 

 

El verdadero y único Dios se ha revelado a sí mismo como Eterno y propio existente, el propiamente revelado “Yo Soy”, manifestándose además como incorporando los principios de parentesco y asociación, es decir, como Padre, Hijo y Espíritu Santo. (Det. 6:4; Isa. 4:10; Mat. 12:29; Lucas3:22).

 

 

 

a)   Definición de Términos:

 

 

Los términos “trinidad” y “personal”, según se relacionan a la deidad, aunque no se hallan en las Escrituras, como tales expresiones, están en armonía con las mismas, por medio de las cuáles podemos transmitir a otros, nuestro presente conocimiento de la doctrina de Cristo respecto al Ser Divino, en distinción de los muchos dioses y muchos señores. Por consiguiente podemos hablar con propiedad del Señor nuestro Dios, quién es un Señor, como una trinidad o ser de dentro de las Sagradas Escrituras. ( Mt. 28:19; 2 Cor. 13,14; 1 Juan 1:3,4).

 

 

 

b) Distinción y Parentesco de la Deidad:  

 

 

Cristo enseñó una distinción de personas en la deidad, la cuál El expresó en términos específicos de parentesco, como Padre, Hijo, Espíritu Santo, pero que esta distinción y parentesco, en cuanto a su modo, es inescrutable e incomprensible, por cuanto queda inexplicada en las Escrituras. (Mt. 11:25-27; Luc. 1:35; Juan 1:3-4; 1Cor. 1:24; 2Cor. 13:14).

 

 

 

 

c) Unidad del Padre, Hijo y Espíritu Santo:

 

 

De consiguiente, hay en el hijo aquello que le constituye en el Hijo y no en el Padre, y hay aquello que le constituye en el Espíritu Santo que le constituye Espíritu Santo y no al Padre, ni al Hijo. Por lo cual, es el Padre el que engendra, el Hijo es el engendrado y el Espíritu Santo es Aquél que procede del Padre y del Hijo. Consecuentemente, por cuanto estas Tres Personas en la Deidad están en perfecta armonía o unidad, hay un sólo Dios Todopoderoso y uno es Su nombre. (Zac. 14:9; Juan 1:18; 15-26; 17:11,21).

 

 

 

d) Identidad y Cooperación En La Deidad:

 

 

El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo nunca aparecen idénticos en cuanto a la Deidad, ni opuestos en cuanto a cooperación. El Hijo está en el Padre y el Padre en el Hijo, en cuanto a parentesco. El Padre no procede del Hijo, pero el Hijo sí procede del Padre en cuanto a autoridad. El Espíritu Santo procede del Padre en cuanto a su naturaleza, parentesco, cooperación y autoridad. De consiguiente, ninguna de las Tres Personas en la Deidad obra o existe separada o independiente de las demás. (Juan 5:17-30,37;  Juan 8:17-18).

 

 

 

e) El Título “Señor Jesucristo”:

 

 

El apelativo “Señor Jesucristo”, es nombre propio. Nunca se le aplica en el Nuevo Testamento, ni al Padre, ni al Espíritu Santo. Pertenece, por lo tanto, exclusivamente al Hijo de Dios. (Rom. 1:1-3,7; 2Juan 3)

 

 

 

f) El Señor Jesucristo, Dios con Nosotros:

 

 

El Señor Jesucristo, en cuanto a naturaleza divina y eterna es El sólo el unigénito Hijo del Padre, pero en cuanto a naturaleza humana es el legítimo  Hijo del Hombre. Por consiguiente está reconocido como Dios y hombre, es Emmanuel: “Dios con nosotros”. ( Mat. 1:23; 1Juan 4:2,10,14; Apoc. 1:13,17).

 

 

 

g) El Título “Hijo de Dios

 

 

Siendo que el nombre Emmanuel comprende tanto a Dios como al hombre en la misma persona, nuestro Señor Jesucristo , se entiende que el nombre Hijo de Dios, comprende su Deidad; y el Título “Hijo del Hombre”, su propia humanidad. De manera que el Título  “Hijo del Hombre”, pertenece al orden temporal. (Mt. 1:21-23; Juan 3:8; Heb. 7:3; 2 Juan 3:1).

 

 

 

h) Trasgresión de la Doctrina de Cristo:

 

 

Es  por lo tanto, trasgresión de la Doctrina de Cristo, el decir que Jesucristo derivó su Título “Hijo de Dios”, por sólo el hecho de la encarnación o por su relación con la economía redentiva. Por consiguiente, negar que el Padre es un Padre eterno y real y que el Hijo  es un Hijo eterno y real es una negación de la distinción y parentesco en el Señor Divino, una negación del Padre y del Hijo y un dislocamiento de la verdad de que Jesucristo es venido en carne. ( Juan 1:1,2,14,18,29; 8:57; Heb. 12:2; 1 Juan 2:22,23; 2 Juan 9).

 

 

 

i) Exaltación de Jesucristo como Señor:

 

 

El Hijo de Dios, nuestro Señor Jesucristo, habiendo hecho El mismo la purgación por nuestros pecados, se sentó a la diestra de la majestad en las alturas, siéndole sujetos ángeles, principados y potestades y habiendo sido hecho Señor y Cristo, envió el Espíritu Santo, para que nosotros, en el nombre de Jesús, podamos doblar nuestras rodillas y confesar que Jesucristo es el Señor, a la gloria de Dios Padre, hasta el tiempo del fin, cuando el Hijo se sujetará al Padre; para que sean todas las cosas en todo. (Hechos 2:32-36; Rom. 14:11; 1 Cor. 15: 24-28; Heb. 1:13; 1 Pedro 3:22).

 

 

 

j) Igual Honor al Padre como al Hijo:

 

 

Por cuanto el Padre ha dado todo el juicio al Hijo, no sólo es el expreso deber de todos en los cielos y en la tierra doblar las rodillas ante El, sino que también es un gozo inefable en el Espíritu Santo, referir o imputar al Hijo honor y gloria manifiestos en los nombres y títulos de la Deidad  ( a excepción de aquéllos que indican parentesco); (Véase los párrafos a, c y d), y honrar al Hijo así como honramos al Padre. ( Juan 5:22-23; Fil. 2:8-9; 1 Pedro 1:8; Apoc. 4:8-11; 5: 6-14; 7: 9-19)

 

 

 

3) El Hombre, su Creación, Caída y Redención:

 

 

El hombre fué creado bueno y justo, por cuanto Dios dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza”. Más el hombre cayó por trasgresión voluntaria y su única esperanza de redención está en Jesucristo, el Hijo de Dios. (Gen. 1:26; 3:1-7;  Rom. 5:12-21).

 

 

4) La Salvación del Hombre:

 

 

 

a) Condiciones para la Salvación:

 

 

La gracia de Dios, que trae salvación se ha manifestado a todos los hombres a    través de la predicación, del arrepentimiento hacia Dios y la fe en nuestro Señor Jesucristo. El hombre es salvo por el lavacro de la regeneración y la renovación del Espíritu Santo. Es justificado por la gracia por fe, viniendo a ser heredero de Dios según la esperanza de la vida eterna.(Luc. 24:27; Rom. 10:13-15; Tito 2:11; 3:5-7).

 

 

 

b) Las evidencias para la Salvación:

 

 

La evidencia interna de la salvación para el creyente es el testimonio directo del Espíritu Santo. ( Rom. 8:16).  La evidencia externa para toda persona es una vida de justicia y santidad verdadera.

 

 

5) Ordenanzas de la Iglesia:

 

 

 

a) El Bautismo en Agua:

 

 

La ordenanza del bautismo por inmersión (sepultados en Cristo) debe ser observada, como se ordena en las Sagradas Escrituras, por todos los que verdaderamente se han arrepentido y en sus corazones han creído sinceramente en el Señor Jesucristo.  Haciendo esto, lavan sus cuerpos en agua pura, como signo externo de limpieza, mientras que sus corazones han sido rociados con la sangre de Cristo en una limpieza interior. De esta manera se da un testimonio al mundo de que hemos muerto con Cristo y que juntamente con él hemos sido levantado a novedad de vida. (Mat. 28:19; Hech. 28:19; Hech. 10:47-48; 20: 21; Rom. 6:4; Heb. 10:22)

 

 

 

b) La Cena del Señor:

 

 

La Cena del Señor consiste en los elementos pan y fruto de la vid, cuya expresión simbólica denota nuestra participación de la naturaleza Divina de nuestro Señor Jesucristo (2 Pedro 1:4). Un memorial de sus sufrimientos y muerte(1Cor. 11:26). Y una Profecía de su segunda venida. (1Cor. 11:26). Siendo una ordenanza para todos los creyentes “hasta que El Venga”.

 

 

 

c) Presentación de Niños: 

 

 

Creemos en presentar las criaturas recién nacidas al Señor hasta la edad de la conciencia del niño, suplicando su bendición, en donde también los Padres se comprometen a tal tarea. (Mat. 19:13-15; Mar. 10: 13-16; Luc.2 :21-40).

 

 

 

d)  El Matrimonio:

 

 

El matrimonio fué ordenado para continuar la sagrada institución de la familia, y para que los hijos, que son herencia del Señor, sean criados en piedad y rectitud. Este contribuye al bienestar de la sociedad y transmite la pureza, la santidad y la verdad, de generación en generación. (Gen. 2:18-24; Efe. 5: 22-24; 1Ped. 3)

 

 

 

5) El Bautismo en el Espíritu Santo:  (La promesa del Padre)

 

 

a) Todos los creyentes tienen el derecho a, y deben ardientemente buscar la promesa del Padre, el bautismo en el Espíritu Santo y fuego, de acuerdo al mandato del Señor Jesucristo. Con ésta, viene la investidura de poder para la vida de servicio, lo mismo que la dotación de los dones y sus usos en la obra del ministerio. (Luc. 24:49; Hech. 1:4-8; 1Cor. 12:1-31). Esta experiencia es distinta y posterior a la experiencia del nuevo nacimiento. ( Hech. 11:14-16; 12:44-46; 15:7-9).

 

 

b) Todo ministro de nuestra Organización debe ser bautizado en el Espíritu Santo, antes de iniciarse en el Ministerio.

 

 

c) La evidencia del bautismo en el Espíritu Santo:  El bautismo en el Espíritu Santo en los creyentes es evidenciado por la señal inicial de hablar en otras lenguas (o lenguas espirituales) según el Espíritu de Dios da que se hablen.  (Hech. 2:4).  El hablar en lenguas en esta ocasión es lo mismo en esencia que el don de lenguas, (1 Cor. 12:4-10, 38), pero diferente en propósito y usos.                                                   

 

 

 

7) La Santificación:

 

 

Las Sagradas Escrituras presenta una santidad de vida  “sin la cuál nadie verá al Señor”. Por el poder del Espíritu Santo, somos capacitados para obedecer el mandamiento de: “Sed Santo como Yo Soy santo”. La entera santificación es la voluntad de Dios para todos los creyentes y debemos decididamente buscarla en obediencia a la Palabra de Dios. (1Tes. 5:23-24; heb.12:14; 1 Ped. 1:15-16; 1 Juan 2:26).

 

 

 

8) La Iglesia:

 

 

La Iglesia es el “Cuerpo de Cristo” la morada de Dios en el Espíritu, divinamente señalada para el cumplimiento de la Gran Comisión. Cada creyente nacido del Espíritu es parte integrante de la Asamblea General o Iglesias de los primogénitos, cuyos nombres están escritos en el cielo.  (Efe. 1:22-23;2:22;  Heb. 12:23).

 

 

 

9) El Ministerio Del Evangelismo Y La Enseñanza:

 

 

Un ministerio divinamente llamado y ordenado ha sido provisto por nuestro Señor Jesucristo con doble propósito:

 

 

a)  Para la evangelización del mundo.   (Mat. 28:19-20; Mar. 16:15)

 

 

 

b)  Para la edificación del “Cuerpo de Cristo”.  (Efe. 4:11-13).

 

 

 

10) La Sanidad Divina:

 

 

La sanidad de toda enfermedad ha sido provista para nosotros en el sacrificio expiatorio de Cristo.  Es privilegio de todos los creyentes.  (Isa. 53:4-5;  Mat. 8:16-17;  Mar. 16:17-18;  Sant. 5:14-15).

 

 

 

11) La Segunda Venida De Jesucristo:

 

 

Jesucristo prometió a los creyentes primitivos “y si me fuere y preparare lugar, volveré otra vez y os tomare a mi mismo, para que donde yo estoy vosotros también estéis”.  (Juan 14:3).  Es la esperanza bienaventurada de todo creyente esperar el retorno inminente de nuestro Señor Jesucristo para levantar su pueblo y llevarlos a las “Bodas del Cordero”en los cielos.(Mat. 16.27; 25:31; Jn 14:3; Hech. 1:10,11; Fil 3:20 2 Tes. 1:7-9; Heb. 9:28; Apoc. 1:7).

 

 

12) La Resurrección: ( La esperanza bienaventurada)

 

 

La resurrección de aquéllos que duermen en Cristo y su traslado juntamente con

 

 

aquéllos que vivimos y quedamos hasta la venida del Señor, es la inminente y bendita esperanza de la Iglesia. (Rom. 8:23; 1 Cor. 15:51; 1 Tes. 4:16-17; Tito 2:13).

 

 

 

13) El Reino Milenial de Cristo:

 

 

La revelación de nuestro Señor Jesucristo del cielo, la salvación de la nación de Israel y el reinado milenial de Cristo  en la tierra son promesas escritúrales y la esperanza del mundo. (Rom. 11:26-27; 2 Tes. 1:7; Apoc. 19:11-14; 20:10).

 

 

14) El Juicio Final (Lago de Fuego)

 

 

El diablo y sus ángeles, la bestia y el falso profeta y cuántos no estuvieron escrito en el libro de la vida, serán arrojados al castigo eterno en el lago de fuego y azufre, lo cuál es la muerte segunda. (Apoc. 19:20; 20:10-15).

 

 

 

15) Cielos Nuevos y Tierra Nueva:

 

 

Nosotros de acuerdo a sus promesas esperamos cielos nuevos y tierra nueva donde mora la justicia. (2 Pedro 3:13; Apoc. 21:22).

 

 




 

 

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